"Tú eres mi mujer, Samantha", mi mujer. Usas mi nombre. Y lo que lleva mi nombre es mío. El contacto de la piel de él la hacía hervir. Su voz le provocaba estremecimiento por todo el cuerpo.
La hermosa, rica y desdeñosa Samantha de otros tiempo habría hecho callar de inmediato a este arrogante hacendado. Pero el testamento de su padre lo había cambiado todo. Ella estaba obligada a casarse dentro de pocos meses o perdería una fortuna.
Era necesario un trueque: matrimonio por dinero. No era un matrimonio, era un trato comercial. En algún momento había parecido la solución de todos los problemas de Samantha. ¡Pero ahora ocurría que Morgan tenía sus propias ideas!
Buena
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