Tras un encuentro fugaz en una discoteca, un viejo amigo de Sara le propone que sean follamigos. Ella no está del todo convencida pero acepta la proposición.
¿Qué daño puede hacerle tener encuentros sexuales consentidos con un chico que no está pero que nada mal? Pero él parece tener una idea algo extraña de lo que hacen los follamigos y en una relación como esta siempre hay alguien que acaba enamorándose.
¿Será el caso de Roberto… o de Sara?
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